lunes, 18 de mayo de 2009

Diluyendo el alma

Por primera vez este año te bebí como corresponde, pude vivir tu plenitud y me sentí aliviada. Aun recuerdo cuando destrozaron tus alas y tuviste que recorrer un extenso camino con una gran mochila repleta de rocas negras, aprendiendo a reptar, gatear, caminar, caer y finalmente avanzar. Me permitiste por un instante tocar tu espalda para conocer tu dolor, sin embargo tales rocas formaron un muro entre nosotras, curiosamente derribado por un inquietante ser. Pregunté al Oráculo qué pretendían los Dioses y me mostró lo dormidos que estaban tras la tortuosa danza contigo. Me regaló un río en el cual deposité mis ojos. Río que te obsequio para que tus pupilas se diluyan en él. No temas, pues ya sembraste unas nuevas y y eres capaz de mirar los frutos de tu cosecha.

Cambiaste el color de tu mirada, puedes ver donde estás? Siente como la brisa juega con tus cabellos y bebe ese líquido refrescante recogido en el manantial que dejaste atrás. Observa desde lo alto tu recorrido y no te arrepientas de lo que haz hecho para estar en ese lugar, donde disfrutas el panorama de una civilización perdida, un imperio destruído sólo con un beso.

Te bebí entre una cerveza bilingüe y un cigarro internacional. Bebí las lágrimas de tu palpitante amigo (y enemigo muchas veces) y sentí que era dulce. El mismo sabor de una de las plumas de tus alas. Están creciendo hermosas, resplandecientes y sabias. Por lo mismo te entregaré un trocito de las mías que adquirí en un pantano y que son alimentadas por un ser de luz pero recuerda: Si aun tu espalda está herida es porque deben romper tu piel. No te preocupes por ello, pues alguien ya las cubre con medicina santa y no es el único con el bendito elíxir. Te lo dice una curandera provista de hierbas con tu nombre.

Para mi compañera en este viaje por la vida. Mi hermana de sangre y alma.

VADE RETRO