sábado, 23 de febrero de 2008

La decepción

Creo que lo más malo que puedo escuchar es que he decepcionado a alguien, a alguien que quiero mucho o que realmente me importa. Me siento mal y creo que incluso se acompaña hasta con vergüenza, sin embargo existe algo peor que eso que es cuando la decepcionada soy yo.

A medida que me integro al mundo real me decepciono poco a poco de algunos quienes me rodean y por ende me alejo, no hay vuelta atrás, no soy capaz de perdonar o no tan fácilmente. De esta forma me he vuelto mucho mas desconfiada ya que cuando me entrego a una persona ya sea en amistad o amor lo hago completamente y a ciegas pongo mi fe en el y soy capaz de dar la vida, pero cuando estos me dañan o a quienes amo, mueren para mi instantáneamente. Por lo general cuando ese daño es hacia mi no tomo represalias, distinto es cuando afecta a mis seres queridos, ahí surge todo mi sentimiento de venganza y mi super yo se va a la cresta, sólo pienso en una estrategia casi de guerra para que el susodicho pida perdón de rodillas a quien merece algo mucho mejor. Sólo puedo ser detenida cuando ese ser querido me lo pide. Pero no olvido, no yo.

De este demonio, no la decepción, sino que del rencor me ha costado exorcizarme. Mis intentos han sido fallidos puesto que cada vez que trato de perdonar me decepciona más y más y claro, por ensayo y error en relaciones personales he aprendido a no creer a la primera. Creo que esta vez sólo me limitaré a señalar que si uno no es capaz de perdonar, que trate de rescatar la lección de esa caída para no tropezar de nuevo.

Y bueno, ya que la vez anterior hablamos de la ira, confieso que estoy emputecida y dedicaré las siguientes palabras sacadas de “The Clinic” Año 9 Nº 231 a la última persona que me ha decepcionado enormemente, a quien en una ocasión fui la única que le creyó sin importar lo que dijeran los demás, pero como dije ya no hay vuelta atrás, pero gracias por enseñarme que existen seres malditos y en una escala más baja: Tú

Mis 15 segundos:

“Eres el weón mas care raja que conozco, mentiroso y maricón. Ojalá que la wea no se te pare nunca más y se te caiga a pedazos”

Para: Nag De: Francisca (pág 3)

Y agradece que soy una dama.


VADE RETRO

domingo, 17 de febrero de 2008

La ira

Provocada por motivos conscientes o inconscientes intencionados o no, la ira podría definirse como una pasión llevada por el mal camino, por ende un demonio posible de exorcizar. Ésta sería la contestación a un estímulo desagradable, manifestado con enojo, rabia o indignación, y es acompañado muchas veces con deseo de venganza (demonio muy peligroso ya que podría desatar episodios de violencia, pero luego hablaremos de él).

Probablemente todos hemos pasado por episodios de ira, teniendo diversos métodos de descarga o válvulas de escape para no reventar y dañarnos. Eso podría ser una solución muy fácil, encontrar una vía de escape. Sin embargo hay que tener mucho cuidado con las válvulas de escape que uno utiliza, y hay que saber definir también si la ira es contra el otro o contra uno mismo.

Muchas veces el demonio de la ira se apoderó de mí, naciendo sentimientos de venganza que lograron aplacar la ira por sólo un momento pero a la larga envenenaron un poco el alma y se guardaron. Afortunadamente, el exorcismo comenzó luego gracias a la lectura de un buen libro y el oído de una amiga que logró sanar mis heridas. Pero he visto válvulas de escape que son peligrosas, sobre todo cuando no se asume que la ira es hacia uno mismo, porque comienzas a dañar al otro para sentirte bien tú.

Siempre he creído que la crítica constante es una válvula de escape para no reconocer los errores propios que uno identifica inconscientemente pero que no reconoce en forma consciente. El hecho de encontrar todo malo en otra persona y creen que la vida propia es perfecta es una válvula de escape que te lleva al engaño y hasta la infelicidad. Ahora bien, no desconozco que de ellas puedes sacar provecho, pero el fin principal no se cumple, porque se sigue alimentando la ira que se tiene contra uno mismo.

No diré cual es la mejor forma de exorcizar este demonio porque hay muchas formas de hacerlo sin dañar a otra persona: conversar, escuchar, leer, escribir, ver el mar, hasta gritar. Sólo me limitaré a señalar que mi última válvula de escape es este blog. He cerrado un ciclo.

VADE RETRO

sábado, 16 de febrero de 2008

El Fracaso

He visto muchas formas que toma este demonio. La critica puesta en el otro sin asumir lo propio, la búsqueda constante de sensaciones nuevas queriendo tener algo estable y no lograrlo, en fin. Es uno de los demonios más difíciles de reconocer y combatir.

De que forma puedo exorcizarme? Hace poco me dijeron que era fracasada y que para no asumirlo tengo la excusa de ser “mala”. No tengo problemas en reconocer mis errores, lo malo es que trato de enmendarlos muy pronto y me ataranto. A decir verdad yo no me siento fracasada, he tenido logros bastante importantes por los que me siento orgullosa, sin embargo cuando me dijeron eso me hizo reflexionar que es el fracaso. Es querer algo y no poder tenerlo? O es intentar algo sin tener fruto? El fracaso según yo, es no hacer nada, quedarse inmóvil porque el miedo no te permite actuar. Si uno quiere algo y no lo obtiene eso no es fracaso, simplemente son anhelos o sueños que mantienen viva la esperanza de un cambio. Si uno intenta algo y no le resulta, eso no es fracaso, porque más de algún aprendizaje de esa experiencia tuviste. Pero si te quedas quieto, esperando a que pasen cosas, eso sí es fracaso.

La mejor forma de enfrentar a este demonio es vivir el luto de la pérdida, llorar todo lo que haya que llorar, putear, descansar y actuar, volverse a poner de pie. Suena fácil… no lo es, pero no es imposible, de eso estoy segura.

VADE RETRO

Tortura y placer

He notado que me gusta sufrir, pero ojo sin el fin de victimizarme sino que creo que en algún grado a todos nos gusta sufrir. Buscamos lo que nos hace mal, porque es rico. Nos gusta jugar con fuego y definitivamente nos encanta lo prohibido. Ahora hay que tener claro cuales son las consecuenias de entrar en ese campo de batalla porque algunas de esas consecuencias nos hieren a muerte y caemos en el abismo de la depresión (ok nunca tanto) y no queremos eso cierto?No, queremos aprender a jugar, a tratar de ganar. Ganarle a nuestros sentimientos o mejor dicho a la parte de sí que nos hace caminar en la delgada línea entre el placer y la tortura.

Cuando se trata de amor, que se supone que es lo más puro que existe en el mundo, inevitablemente surge nuestro lado oscuro, el sentido de pertencencia, los celos, hasta el odio. A lo mejor porque "las fuerzas cósmicas" llevan al equilibrio del universo, claro,no todo puede ser puros corazones y otras barbaridades o bien porque derechamente somos brutos y echamos a perder lo que sí podría ser amor genuino. Pero si sabemos controlar ese lado oscuro, le ponemos una pizca de sal a la vida.

Sí me gusta sufrir porque es parte de mi naturaleza. El hecho de ser apasionada me lleva a ser impulsiva y caigo en brutalidad máxima de pensar que puedo cambiar lo que ocurre a mi alrededor y sabiendo que no se puede lo hago igual. Lo hago conscientemente y mientras sufra yo no hay problema. Entramos en conflicto, cuando tu placer se convierte en mi tortura o visceversa y eso significa que no has ganado en el juego sino que ambos hemos perdido, porque si bien creo que uno debe aceptar la parte distorsionada propia, también hay que saber guardarla cuando corresponde sobre todo cuando se trata del egoísmo, pues al final juegas solo y haces daño.

Cuando podemos decir que somos vencedores, cuando tomamos el control no de la situación o del otro, sino que de nosotros mismos, cuando podemos cambiar el significado del sufrimiento a placer. Y eso lleva años de aprendizaje, por eso no hay que pensar que el sufrir es malo o implica un retroceso en nuestras vidas, sino que es la llave para abrir la puerta de otras experiencias y al final nosotros escogemos si caemos con la misma piedra y lloramos o nos alegramos de tener esa tortura porque simplemente amamos al torturador.