jueves, 7 de julio de 2011

Humano

Es ese ímpetu que vuelve tus nervios de acero al emprender nuevos rumbos, que sólo el Olimpo conoce, mezcla y en ocasiones entreteje con nebulosas curiosas. Son los bríos con que te tornas un salvaje, devorando la misma carne que besas con ternura en aquellos encuentros húmedos. Es la forma cómo tocas mi vientre y conviertes lo intenso en milagro, volviéndonos autores de la Gran Obra Maestra. Es el segundo exacto en que descubro en tus ojos un destello de divinidad desconcertante para la brutalidad de mi instinto, no obstante, logras despertar la inocencia de esta bendición, transmutando tinieblas en luz, dolor en amor, la más exquisita y perfecta composición. Somos vida inspirando a Dios, exhalando el arte de la Creación.

VADE RETRO