viernes, 15 de diciembre de 2017

Perdición


Entre tumultos de almas perdidas danzando al compás de lúgubres melodías, un par de cuerpos rotos, mutilados por la realidad, trascienden entre planos  burlando la muerte. Un roce involuntario de sus labios encendió el fulgor dormido entre tinieblas. Carnosos y palpitantes, enrojecieron y enlazaron sus furibundas lenguas, ansiosas por conquistar otras texturas.
Desnudaron sus conciencias, humedecieron el encuentro y al dibujar la urgencia en su espalda con las uñas, se confundió la tinta de su piel con las líneas del deseo.
Él sonrió, con su lengua perdida en la obscenidad de su femenino sabor, penetrando los vestigios de cordura que se diluye como sus manos en los contornos.
 Y con la mente indómita y el cuerpo rebelde, se intoxicaron de sombras, empapados de sudor que recorre lo sagrado entre aromas, calidez y melodías primitivas, dejando sus huellas en la carne ajena.
La piel ha perpetuado la adicción de caricias perdidas en un siguiente encuentro.

-Vade Retro-

jueves, 13 de julio de 2017

Desafío

Es un enigma penetrarlo. Mas allá de una melancólica mirada que evoca en penumbras pretéritos demonios, se esconde la herida de un alma invisible. Apartar cada uno de sus velos sin profanarlo, es un desafío sobrenatural, pues en la superficie de su piel versa la huida prematura al más delicado contacto de placer. La curiosidad se transforma en propósito, articulando en mi mente inquieta la más honesta intención de saborear su instinto, sin distorsionar el humano fin de hallar la humedad de una lengua. Procuro entonces discreción en el silencio de un gemido oculto, signo explícito de la carne satisfecha y ante la sonrisa cómplice dibujada en sus comisuras, se yergue el contrato de limitar la perversión sólo al exquisito vaivén de aquellos cuerpos nocturnos.

- Vade retro -

Mi alma retorna

Una mujer de sombras desliza una sonrisa traviesa sobre los campos de la fantasía. Recrea, rebobina, pausa, reitera el éxtasis nocturno, despojándose de la cadena protectora del Cosmos. No logra distinguir si esa calidez en los labios es producto de la sustancia que diariamente alivia sus tormentos enlenteciendo su respiración o de la remembranza de texturas ajenas a su lengua que toman el control de su piel. En el hallazgo de la carne que estremece el instinto, es su esencia adormilada por el sabor de una gota, la que desvanece trazos de realidad; espejos de demencia en que la mente se deleita con fragmentos de deseo y urgencia de caricias, mezcladas con la agonía del momento exacto de un inequívoco despertar. Las sombras alcanzan su mirada, perdiéndose en la adicción de una nueva huída al horizonte animal; fluye libremente sin angustia, culpa o final.