sábado, 16 de febrero de 2008

Tortura y placer

He notado que me gusta sufrir, pero ojo sin el fin de victimizarme sino que creo que en algún grado a todos nos gusta sufrir. Buscamos lo que nos hace mal, porque es rico. Nos gusta jugar con fuego y definitivamente nos encanta lo prohibido. Ahora hay que tener claro cuales son las consecuenias de entrar en ese campo de batalla porque algunas de esas consecuencias nos hieren a muerte y caemos en el abismo de la depresión (ok nunca tanto) y no queremos eso cierto?No, queremos aprender a jugar, a tratar de ganar. Ganarle a nuestros sentimientos o mejor dicho a la parte de sí que nos hace caminar en la delgada línea entre el placer y la tortura.

Cuando se trata de amor, que se supone que es lo más puro que existe en el mundo, inevitablemente surge nuestro lado oscuro, el sentido de pertencencia, los celos, hasta el odio. A lo mejor porque "las fuerzas cósmicas" llevan al equilibrio del universo, claro,no todo puede ser puros corazones y otras barbaridades o bien porque derechamente somos brutos y echamos a perder lo que sí podría ser amor genuino. Pero si sabemos controlar ese lado oscuro, le ponemos una pizca de sal a la vida.

Sí me gusta sufrir porque es parte de mi naturaleza. El hecho de ser apasionada me lleva a ser impulsiva y caigo en brutalidad máxima de pensar que puedo cambiar lo que ocurre a mi alrededor y sabiendo que no se puede lo hago igual. Lo hago conscientemente y mientras sufra yo no hay problema. Entramos en conflicto, cuando tu placer se convierte en mi tortura o visceversa y eso significa que no has ganado en el juego sino que ambos hemos perdido, porque si bien creo que uno debe aceptar la parte distorsionada propia, también hay que saber guardarla cuando corresponde sobre todo cuando se trata del egoísmo, pues al final juegas solo y haces daño.

Cuando podemos decir que somos vencedores, cuando tomamos el control no de la situación o del otro, sino que de nosotros mismos, cuando podemos cambiar el significado del sufrimiento a placer. Y eso lleva años de aprendizaje, por eso no hay que pensar que el sufrir es malo o implica un retroceso en nuestras vidas, sino que es la llave para abrir la puerta de otras experiencias y al final nosotros escogemos si caemos con la misma piedra y lloramos o nos alegramos de tener esa tortura porque simplemente amamos al torturador.

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